lunes, 12 de abril de 2021

Vacunación en Colombia: EL DESASTRE Y EL CAMBIO DE RUMBO QUE SE NECESITARÍA; PERO…

 Este 12 de abril la OMS lo reconoció: “Estamos en un punto crítico. La trayectoria de la pandemia está creciendo de forma exponencial[i]”. Basta sólo con mirar la tragedia en nuestro vecino Brasil que viene superando en las últimas semanas el promedio de más de 70 mil contagios y de 3 mil muertes por día, ¡llegando a superar las 4 mil muertes diarias últimamente!

A escala mundial se supera el promedio diario de 550 mil nuevos casos y de 9.750 fallecidos por día[ii]. Y cada uno de esos contagios representa una oportunidad para que el virus mute, y eventualmente surjan variantes más virulentas, mortales (como ya viene ocurriendo)… y lo peor: que posiblemente aparezcan algunas resistentes a la vacunas. La humanidad se mueve al borde del precipicio que la conduciría de la pandemia a la catástrofe total.

Resulta paradójico que mientras la capacidad científica y el denodado trabajo de científicos en el mundo lograron en tiempo record el desarrollo de vacunas; hoy, ya teniendo las fórmulas de las vacunas, el mundo viva un verdadero fracaso en lo que tiene ver con el ritmo de producción de vacunas y de su aplicación a la población.

Y es que una vez desarrolladas las vacunas, estas se convirtieron en meras mercancías; el asunto pasó de la ciencia al negocio, al desaforado ánimo de lucro de las transnacionales farmacéuticas y al reino de los intereses de los países ricos. Los países imperialistas, empezando por Estados Unidos, acaparan vacunas, adquiriendo muchas más de las que necesitan; mientras hay países pobres y oprimidos que ni siquiera logran vacunar a todos sus médicos de cuidados intensivos. La crisis llega a tal punto que incluso países imperialistas del continente europeo van bastante mal en sus procesos de vacunación, y se han desatado contradicciones entre ellos y con el Reino Unido.

Esta “paradoja” sólo se puede entender por el hecho de que la humanidad, para su desgracia, está gobernada por los intereses que implica el sistema capitalista imperialista mundial. La norma suprema que determina cómo se hacen las cosas, y a la cual se subordina hasta la política de salud pública ante la pandemia, es la del interés del capital de obtener más y más ganancias. Así se origina la irracionalidad que nos gobierna ante la semejante calamidad del Covid-19.

 


Duque puso su servilismo a los yanquis y al capital, por encima de la salud pública

En este contexto se da la vacunación en Colombia. El inicio del tercer pico de la pandemia golpea con fuerza en el país. Ya son más de 65 mil fallecidos, habrá que ver cuántas más personas morirán durante esta nueva oleada. La sistematicidad del gobierno de Duque y de los empresarios (a quienes representa), en favorecer el interés de las ganancias del capital así sea sacrificando la vida de miles (en especial entre los sectores populares) y en detrimento de la salud pública, ha facilitado que el coronavirus cause estragos con mayor amplitud y dureza.

Para colmo de males, el interés de los países imperialistas y de sus transnacionales farmacéuticas de favorecer a los países ricos en franco detrimento de los pobres, en el caso colombiano se combinó con la indolencia, ineptitud y servilismo al amo del norte y a los intereses de los capitalistas, de un gobierno como el de Duque, a la hora de adquirir las vacunas y de gestionar su aplicación masiva.

Baste recordar que este gobierno se opuso a la solicitud que desde India y Sudáfrica se impulsó en la Organización Mundial del Comercio, de interrumpir temporalmente las patentes sobre las vacunas para facilitar que su producción se pudiera realizar en muchos otros países y no sólo en aquellos en los cuales el ánimo de lucro de los pulpos farmacéuticos decidiera; de haberse aprobado dicha iniciativa al menos habría más disponibilidad de vacunas. Pues Duque puso su granito de arena para impedirlo; fiel a su carácter servil se colocó del lado de los empresarios imperialistas ayudando a que la medida no prosperara.

Es más, frente a Cuba, único país latinoamericano que viene avanzando en la producción de vacunas propias (en medio de grandes dificultades originadas en el bloqueo imperialista, con ataques que endureció Trump y que el “demócrata” Biden ha mantenido); el uribista Duque tomó el camino de ayudar a fortalecer los ataques yanquis a Cuba acusándola de promover “el terrorismo”. Esto en lugar de haberle ofrecido todo el apoyo posible para que Cuba avanzara mejor y más rápido en sus proyectos de vacunas, como correspondería desde la perspectiva de la unidad de los países Latinoamericanos, para apoyarse mutuamente ante tremendo desastre. Pero no; en lugar de esto Duque optó, no sólo por no colaborar, sino por debilitar el esfuerzo de los hermanos cubanos, quienes en lo que sí se han destacado es en promover la salud pública, incluso a escala internacional.

Por si poco fuera, a la hora de tocar puertas en búsqueda de vacunas lo hizo con un sesgo ideológico reaccionario y guiado por el afán de congraciarse con Estados Unidos: claramente privilegió comprar a farmacéuticas de países imperialistas, en especial yanquis. A China inicialmente sólo programó comprarle 2,5 millones de vacunas, es decir, en el plan inicial, sólo el 4% de las necesarias para vacunar al 70% de la población. Y en el caso de Rusia, ni siquiera le ha comprado una vacuna a la fecha de hoy. Esto mientras que lo que faltan en Colombia son vacunas por millones… y la cifra de muertes no para de aumentar.

Así era el plan gubernamental de compras a febrero, cuando se inició la vacunación:



A 30 de marzo habían llegado a Colombia 3.362.524 vacunas; de las cuales 2.499.964 eran procedentes de China, del laboratorio Sinovac. Esto es: ¡El 74% de las vacunas recibidas fueron las chinas… sólo el 26% tuvieron otro origen!

Así fue como desde los países imperialistas, y en especial desde Estados Unidos, las transnacionales farmacéuticas le correspondieron a Duque su abyecto servilismo a las potencias que oprimen a países como el nuestro a lo largo y ancho del mundo. Si no hubiera sido por China, Colombia ¡sólo habría recibido 862.560 vacunas, 41 días después de haberse aplicado la primera dosis!; lo que habría significado que el ya desastroso ritmo del plan de vacunación dirigido por Duque habría llegado a fin de marzo bajo absoluto y total fracaso. Luego se anunció que a China se le van a comprar 5 millones más de dosis.

 


Vacunar: negocio para los mercaderes de la salud

Pero el problema no termina acá. Como si se tratara de ayudar al Covid-19 a causar mayores estragos, el gobierno entregó la aplicación de las vacunas, a manera de “oportunidad de negocio”, a las empresas que se dedican a hacer ganancia mercadeando con la salud del pueblo colombiano; de nuevo, las EPS las favorecidas. Es así que la resolución 166 del Ministerio de Salud establece que del dinero público se pagará a las EPS, de acuerdo a una serie de criterios, tarifas que van desde $11.293 hasta $94.681, con un promedio aproximado de $32.000 por cada dosis aplicada. Y obviamente, bajo la racionalidad del ánimo de lucro las EPS (y las IPS) buscarán la manera de bajar los costos de la operación para incrementar las ganancias. Y, ¡claro!, como ya es costumbre uno de los principales “costos” a minimizar será el salario, o, peor aún, los “honorarios por servicio”, de los precarizados laboralmente trabajadores de la salud que se expondrán haciendo la tarea.

El negocio realmente es grande, muy contentos debe estar el puñado de grandes grupos económicos propietarios de las EPS: pues se trata de aplicar al menos 61,5 millones de dosis… es decir, hay allí mucho dinero público para convertir en ganancia privada. Para hacernos a una idea: manejando el promedio de $32.000 por dosis (que puede ser bajo) y una tasa de utilidad del 20% (que puede ser baja frente a la real), ¡los mercaderes privados de la salud se estarían echando al bolsillo $393.600.000.000 pesos del presupuesto público!

 

Vacunación a paso de tortuga

El resultado de todas las anteriores decisiones del gobierno de Duque, en combinación con los incumplimientos (que ya han empezado a ocurrir) de las farmacéuticas, es que el plan de vacunación no marchará a la velocidad que la emergencia de salud pública lo demanda. Lo que se traducirá en centenares de miles de más contagiados, y miles más de muertes.

La responsabilidad política del gobierno uribista de Duque es tan evidente como grande. El caso de Chile, con un gobierno de derecha y patronal parecido al de Duque, demuestra que se podría haber hecho otro manejo tomando otras decisiones políticas: mientras que con corte al 7 de abril se habían aplicado en Chile 11.396.072 dosis, en Colombia sólo 2.691.513[iii]; y más desastrosa la situación colombiana al tener en cuenta que acá se tiene una población de 48,2 millones, mientras que allá es de 18,9 millones.

El sólo hecho de que el gobierno haya planteado que sólo hasta diciembre estará inmunizado el 70% de la población, ya de por sí es un desastre: costará muchas vidas y sufrimiento de familias. Además tal lentitud maximiza las condiciones para dar posibilidad a que aparezcan en Colombia o lleguen de otros países nuevas mutaciones del virus, más letales y eventualmente capaces de derrotar la protección de las vacunas. Pero peor aún: como van las cosas; ni para fin de año se alcanzará esa meta. Veamos.

El gobierno de Duque anunció que su meta era vacunar al 70% de la población antes de fin del año 2021, y así en teoría alcanzar la ansiada “inmunidad de rebaño”. Esto significa vacunar a 35 millones de habitantes de Colombia. En febrero, al anunciar el inicio del Plan Nacional de Vacunación dijo que el siguiente sería el ritmo de vacunación[iv] para tal fin:

Según este compromiso al finalizar marzo deberían haberse aplicado 3.670.764 dosis. Pero la realidad fue que se aplicaron 2.243.392, y eso gracias a las llegadas desde China. Es decir sólo en esta primera fase de vacunación ya se acumula un déficit de 1.427.372 dosis; un incumplimiento del ¡39%! Evidentemente, así las cosas, terminará el 2021 y muy lejos se estará de la aplicación de las dosis completas a 35 millones en Colombia. Incluso según un portal[v] en Internet que sigue al avance de vacunaciones en el mundo, a Colombia (al ritmo que va) le faltarían 723 días (¡dos años!) para vacunar al 70% de la población, mientras que a Chile sólo 81 días. Todo esto le costará a los colombianos mucho sufrimiento más, muchos más contagiados… y ¡muchas más muertes que no tendrían por qué haber ocurrido!

Pero claro, esto no preocupa a un gobierno para el cual bombardear a niñas es válido dizque porque se han convertido en “máquinas de guerra”; a un presidente que bajo su mandato durante el 2020 se produjeron 91 masacres con 381 víctimas mortales, y en lo que va de este año van 27 con 99 víctimas[vi]; a un gobierno sobre el cual el año pasado Indepaz denunció: “…que en entre el 7 de agosto de 2018 y julio de 2020, lo que lleva Iván Duque como presidente, han asesinado a 573 líderes sociales y defensores de Derechos Humanos en Colombia[vii]”. Y es así porque, recordemos, que este gobierno es del uribismo, que representa los intereses de los sectores más reaccionarios, derechistas y retardatarios de la oligarquía y de la patronal colombiana. Ahí quedaron para siempre los “falsos positivos” y el paramilitarismo para recordárnoslo.

 

En defensa de la salud pública: urge un cambio de rumbo

Aún se estaría a tiempo de, al menos, reducir el tamaño del desastre. Pero lograrlo exigiría hacer un cambio total en la orientación gubernamental para desarrollar la vacunación. Se necesitaría tomar medidas como las siguientes:

·       Unirse a los países que piden la suspensión de las patentes sobre las vacunas, para facilitar que muchos otros fabricantes y países las produzcan. Junto con esto demandar que las transnacionales farmacéuticas y las potencias imperialistas coloquen a disposición toda la tecnología necesaria para que la producción de vacunas dé un salto colosal, tal como la gravedad de la situación lo demanda.

·       En especial en el caso de Latinoamérica, rodear a Cuba de todo el apoyo para que logre avanzar de mejor manera en su empeño de producir nuevas vacunas. Más cuando ha sido reciente noticia que “Cuba comenzó este mes la última fase de los ensayos de dos de las cinco vacunas que está desarrollando. Si tienen éxito, tanto la Soberana 02 como la Abdala, podrían ser las primeras vacunas contra covid que se desarrollan en América Latina”[viii]. En función de esto demandar el cese inmediato del bloqueo yanqui y demás ataques a la Isla.

·       Construir un frente unitario de los países latinoamericanos para ganar correlación de fuerzas en las negociaciones con los pulpos farmacéuticos y los gobiernos imperialistas; impidiendo que por estar divididos los países pobres, las trasnacionales abusen aún más en las condiciones de venta de la vacuna. Además, para brindarse apoyo solidario en recursos (incluyendo la aplicación y producción de vacunas) para defenderse de la pandemia en unidad entre los pueblos latinoamericanos hermanos. Resulta urgente la realización de una cumbre de los países latinoamericanos con tal propósito; se debería convocar ya.

·       Sería fundamental que encabezada por los sindicatos y gremios de los trabajadores del sector de la salud y de la comunidad científica; con el movimiento obrero, las organizaciones de mujeres, de jóvenes, de campesinos y demás oprimidos, y de todo dirigente que se reivindique democrático o progresista; a escala de todo el continente se construyera una gran unidad de acción para exigir de los gobierno el cambio de rumbo en el manejo de la pandemia, y la consecuente toma de medidas como las aquí planteadas.

·       Y en Colombia, el plan de vacunación no debe ser una “oportunidad de negocio”. Dejar de beneficiar a los mercaderes de la salud, los empresarios propietarios de las EPS. La vacunación contra el Covid-19 constituye una urgencia absoluta de salud pública y un derecho total de la población.

·       En consecuencia: que sea el Estado quien asuma directamente la ejecución del plan de vacunación; no guiado por el lucro, sino por el servicio público. Y que esto se haga bajo el control y vigilancia de los trabajadores de la salud, de sus organizaciones y sindicatos, y de la comunidad científica nacional.

·       Que, dada la emergencia, el Estado pueda disponer del uso de todos los recursos que están en manos de los grandes empresarios, empezando por los que hacen negocio con la salud del pueblo, para colocarlos al servicio de las necesidades de acelerar de manera absoluta el proceso de vacunación. Esto debería incluir medidas como tomar el control de todas las clínicas y en general del sistema privado del sector salud; también de todas las fábricas que se puedan colocar al servicio de la producción de recursos para atender los estragos de la pandemia; mejorar de inmediato las condiciones de trabajo en el sector salud, acabando con la precarización contractual, garantizando estabilidad laboral, salario profesional adecuado y, claro, la totalidad de recursos para maximizar las condiciones de bioseguridad en el sector.

Medidas como estás permitirían dar el necesario y total vuelco al plan de vacunación, e impedir la muerte de muchos de los que morirán si esto sigue en manos de las políticas del uribista Duque.



Pero con duque, todo es posible de empeorar

Pero por desgracia para el pueblo colombiano, este señor anda pensando en medidas muy distintas. Cuando se pensaría que no podría hacer algo peor para la salud pública… ahora Duque sale con autorizar a los empresarios privados a comprar y aplicar vacunas. Esto dizque para ayudar a que el plan de vacunación avance “de mejor manera”.

Con esto, además de todos los desastres arriba señalados, la vacunación en Colombia viviría un salto en materia de inequidad: se autorizaría a los privados a vacunar a “sus empleados y a las familias de estos”. Lo anterior implicaría que los trabajadores de empresas diferentes a los grandes oligopolios y monopolios, y más aún, los trabajadores informales y los desempleados, los campesinos, los indígenas…, y sus familias, estarían en desventaja pues no se favorecían de la “generosidad” de sus patronos. Mientras en las grandes empresas sí se beneficiarían los familiares de “trabajadores” como Luis Carlos Sarmiento Angulo, como Carlos Ardila Lülle, como Fuad Char, etc., etc. ¡Las ventajas de ser de “buena familia”!

No contentos con los privilegios que se les otorgan, los empresarios van por más: pretenden que se les autorice libertad total para negociar las condiciones para la compra de vacunas con las farmacéuticas. Puntualmente buscan algo que le gustará muchísimo a los vendedores de vacunas: poder pagarle a las farmacéuticas un precio mayor por vacuna que el pagado por el Estado colombiano. Esto significará que aquellas podrán cerrar negocios más lucrativos con los privados, y por tanto no dudarán en agilizar los negocios y entregas a los privados, en detrimento de los compromisos ya establecidos con el país. Maniobras para hacerlo “legalmente” habrán muchas. Por más que lo niegue el gobierno, esto permitirá a los privados competir en condición de ventaja contra el ya mediocre plan público de vacunación.

Como si todo lo anterior fuera poco, ahí vemos a este presidente centrando los esfuerzos, en pleno tercer pico de la pandemia, en la agresiva y anti-obrera “reforma” tributaria, avanzando en medidas patronales y anti-obreras como el 1174, insistiendo en el proyecto de ley 010 que favorece aún más a los mercaderes privados de la salud; intensificando políticas de sumisión al imperialismo en materia de narcotráfico (como la aspersión aérea de glifosato) que favorecen el incremento de la violencia en los campos, las masacres, y el asesinato de líderes y lideresas sociales; clamando por más agresiones contra Venezuela… y un largo etcétera. Por todo lo anterior gana importancia el apoyo al paro nacional llamado por las Centrales Obreras y el Comité Nacional de Paro para el próximo 28 de abril; razones más para que las direcciones de las centrales intensifiquen su preparación por la base.

Definitivamente, para infortunio del derecho a la vida y a la salud del pueblo colombiano, a las calamidades que en sí mismas significan la pandemia y la crisis económica, los trabajadores y pobres de Colombia padecemos una tercera calamidad: ¡la del gobierno uribista de Duque!

 

Cacerolazoenlinea

12 de abril del 2021

 



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